Crónica Azkena Rock Festival 2022, Vitoria-Gasteiz. Parte 3 de 3
Sábado 18 de julio
Amanecimos mejor que en brazos pese a no poder dormir casi nada, hubo vecinos molestos anoche, pero ahora alguien estaba interpretando en pruebas de sonido dos temas geniales: Helter Skelter, de nuestros queridos Beatles, y Now I Wanna Be Your Dog de The Stooges. Prudente creyó que, dada la calidad de esos músicos, que desbordaba bastante por todos lados y en todas las direcciones, sólo podía tratarse de guitarra y bajista de la formación de Patti Smith… ¿sería así por la noche?
Para asegurarnos de poder dormir esta vez más de tres horas, quitamos las piquetas de la tienda y, sin desmontar nuestro iglú, nos fuimos lejos de la pesada de turno que, teniendo un festi al lado, prefería dar la serenata a los vecinos de tienda. ¡Ala, con Dios!
Nos pegamos buena ruta por los bares de Cuchillería y alrededores, vimos unos cuantos temas interesantísimos de Alexis Evans en la Plaza de la Virgen Blanca, escondidos en la sombra de una terraza en la esquinita de Plaza España. Un soulgenial, lástima que el sol y el calor no permitieran que el repertorio sea más extenso ni que casi nadie salga a bailar.
Extenuados, nos hacemos a la idea de que nos perdemos dos bandazas que nos encantaría ver, los vascos Wicked Wizard con esos ritmos stoner que tanto suenan por casa, y dolorosamente también nos perdemos a DeWolff, unos de los targets a los que no queríamos renunciar, pero el día era largo y duro. También nos perderíamos a Messer Chups en Trashville por coincidir con otros conciertos… Y es seguro que lo petaron todos ellos, había buen cartel.

Suzi Quatro era uno de aquellos artistas que resultaba imprescindible escuchar. El mito de Detroit, de 72 años, salía al escenario empuñando su bajo y arropada por una gran banda que incluía hasta coristas a lo Motown de los 60.
Llegamos y pillamos una preciosidad de bolo de Israel Nash, con unos músicos buenísimos tocando un country rock de alto octanaje. El tejano de voz de terciopelo estaba dando una gran recital -con temas preciosos como Dividing lines, Lucky ones o Goodbye ghost– pero también queríamos ver a nuestros queridos Vulk, banda vasca de post punk que conquistó nuestro corazón en un AMFEST de pandemia y de la que hemos disfrutado mucho con discos como su reciente Ez da?. Pero no era el día, quizás meter una banda post punk el día de la Americana por antonomasia no era lo suyo: hubieran pegado más el primer día arropados por The Offspring, Fu Manchu y Toy Dolls. Minimalismo en día de grandes y largos solos de guitarra y ritmo folky. Volvimos sobre nuestros pasos a Israel Nash, ya nos había conquistado y, a partir de ahí, le seguiremos mucho más: cosas bonitas salían de ese escenario y preparaban el camino para más country rock.
La señora Emmylou Harris, digna y potente, salió a escena y lanzó esa voz clara como el agua sobre tod@s nosotr@s con toda una carta de presentación, Here I Am. Tocaba en el escenario Respect, quizás no era el que más justicia le podía hacer pero qué pasada de concierto pegó la artista de Birmingham, Alabama. Era inevitable dejarse llevar por la belleza de esa voz que los años no han conseguido mellar.
Sigue con su tema antiracista My Name Is Emmett Till, va cogiendo intensidad aunque parece que no a todo el mundo le guste su propuesta. Irrepetible ocasión de escuchar temones como Raise of the dead de una artista que a sus 75 años (bien llevados) no se ha prodigado mucho por nuestras latitudes. Mila esker, Azkena Rock Festival, ésta fue impagable. Y esta gran señora del country aún nos tenía una gran sorpresa preparada durante esa noche…
¿Qué podemos decir de lo que vino a continuación? Patti Smith and Band. Sobran las palabras. Fue una actuación conmovedora, viva y apoteósica. Una banda de respaldo con el hijo de Patti y el difunto Sonic (MC5) a la guitarra y una formación técnicamente impecable que lleva años acompañando a la artista, como el gran Lenny Kaye que además de guitarra le coreaba al micro.
Arrancaron con Redondo Beach, seguida de Grateful, con la que ya se empezaban a erizar los vellos de más de un@. Temazos como Dancing barefoot, Don’t say nothing o Free money no tardaron en llegar. Nos regaló un poema de Ginsberg con el que alentó al personal con esa manera de recitar que tiene que puede levantar a un muerto.
Y llegó el momento del que tuvimos spoiler por la mañana, el grupo de Patti Smith se arranca por Beatles y Stooges y sacan de la manga Helter Skelter, celebrando el 80 cumpleaños de Paul Mcartney y Now I wanna be your dog, recordando la gran ausencia al festi de Iggy Pop. Una interpretación bestial que sube los ánimos a alturas estratosféricas. Eso fue lo que pasó, una grandísima artista y una banda genuina y perfecta, manejaron el ritmo de un concierto memorable.
Sólo faltaba, pasando por el One Too Many Mornings de Dylan, que nos bañaran en más Patti con Because the night y Pissing in a River, llega la caña punk con Gloria (no bailábamos tanto desde Toy Dolls) y cabía esperar, entusiasmados, alguna cosita más. Sale la inconmensurable Emmylou Harris, escena preciosa entre las dos artistas, y nos brindan un People have the power que, mientras escribimos estas líneas, aún nos pone la piel de gallina. Prudence vio llorar a Prudente, todo el público vio llorar a Patti y tras el concierto comentábamos con la gente de alrededor, incrédulos, si habíamos visto lo mismo.
Tras Patti Smith and Band estábamos agotados, de nuevo camino al césped, y descubrimos gratamente que Black Mountain tenían un directo interesantísimo y potente. Era una banda a la que habíamos pegado pocas escuchas y a la que creemos aconsejable ver en directo para hacerse una idea más ajustada de lo que es su música.
Mucho más psicodélicos de lo que esperábamos, los canadienses dieron un buen recital con temas como Wucanmientras se acercaba una tormenta de rayos y truenos que en la costa cantábrica había llegado como galerna. Tantos los unos como la otra nos refrescaron y aliviaron los cansancios. La voz de su cantante, Amber Webber, constituye otro de los factores atractivos de esta banda de músicos tremendos y guitarras más afiladas de lo que esperábamos.

Suzi Quatro era uno de aquellos artistas que resultaba imprescindible escuchar. El mito de Detroit, de 72 años, salía al escenario empuñando su bajo y arropada por una gran banda que incluía hasta coristas a lo Motown de los 60. Única sintetizando el espíritu de Motor City (Rock City) notabas detalles que atravesaban desde lo más guitarrero a lo MC5 o Stooges hasta notas más bailables, acercándose al soul. Y es que lo suyo siempre fue el R’N’R.
Ofreció un bolo largo y agotador, divertidísimo, y en el que la mayoría estábamos tocados después de lo acaecido con Patti Smith and Band. La cerveza que habíamos consumido servía de bálsamo para bailar los temas de the Queen of Rock and Roll como Can the can o 48 hours crash. Prudence y Prudente, grandes fans de Neil Young, recibimos otra grata sorpresa. Adaptándolo a su propia historia, con coros góspel y el público dejándose la voz en acompañar a Suzi y su banda, arrancan un Rocking In A Free World del maestro canadiense que captaba perfectamente de qué va un festival de rock como el Azkena: hermandad, libertad y buen rollo.
Y aquí ya no pudimos más. Le tocaba el turno al incombustible Michael Monroe con su R’N’R corrosivo de herenciaglammy, A quién no le gustaría ver a este gigante, frontman de los míticos Hanoi Rocks. Pero se nos hacía imposible seguir, así que, con un fresquito inédito aún en el festival y nuestra tienda en un vecindario tranquilo del camping, nos dormimos mientras el monstruo finlandés nos arrullaba con potentísimo rock a modo de nana para un metalero. Dulces sueños.
Una entrada a cargo de Prudence y Prudente