Tequila, la banda que me hubiese encantado ver
Así es, ellos son Tequila que, como se suele decir, forman parte de la banda sonora de nuestras vidas. De las vidas de casi todos los que estábamos en plena adolescencia (y tal vez no tanto) a finales de los 70.
Al contrario que me pasaba con otros artistas, se les perdonaba todo: que saliesen en Superpop y revistas de la misma índole era totalmente asumible.
En este caso, el fin justificaba los medios. Para muchos de nosotros, rockeros de pro y gente curtida en conciertos de todo pelaje, el fin era que el rock se escuchase de forma masiva en un país que apenas acababa de dejar atrás una larga dictadura y asomaba una joven democracia.
El hecho de que la banda se vistiese de llamativos colores o que apareciese en programas que poco o nada tenían que ver con el rock, como el ‘Un,dos, tres… responda otra vez’ o ‘Aplauso’ eran los medios y bien que justificaron el fin.
Camino a la fama
Después de su aparición de Tequila en dicho programa y tal y como hicieron muchos otros (Olé Olé, Mecano, etc), su fama subió como la espuma.
En esta película lo contaban: hasta ahora habían ido tirando, pero aparecen en prime time en un tiempo en que millones de personas de todas las edades se juntaban ante probablemente el único televisor de la casa y uno de los dos canales que existían, les llevó a lo más alto.
En estos momentos, el pastel que es la televisión, es demasiado pequeño para tanta cuchara y la música en las parrillas televisivas no resulta atractiva para los que siempre la hemos amado.
Todo esto o que las chicas suspirasen por ellos, y los llevasen con gran profusión de fotos en las carpetas era asumible. Eran otros tiempos.
De todas formas, reconozco que yo era mucho más indulgente en esos aspectos que mis compañeros de juventud.
Proyección del documental
Alejo y Ariel se presentaron de improviso antes de la proyección del filme. No sé por qué, pero presentía que lo harían. Nadie mejor que ellos para estar allí.
Algo que fue de agradecer, tenerlos de primera mano era un lujo, sobre todo si se trataba de un documental que iba a hablar, o eso se presumía, de sexo, drogas y rock & roll.
Hubo una de las frases que dijeron en esos momentos que fueron toda una declaración de intenciones, algo así como: “la verdad, es que no nos acordamos de nada, y si todas las declaraciones que en esta cinta aparecen deben de ser verdad, nosotros no tenemos constancia de ello”.
El hecho que, entre muchos otros, apareciese la hermana de Alejo, que hizo en su día de lo más parecido a una mánager al uso, y que hablase de los momentos que ellos habían olvidado fue muy interesante, porque lo había vivido de primera mano y tal vez incluso con algo más de perspectiva.
Alejo y Ariel se presentaron de improviso antes de la proyección del filme. No sé por qué, pero presentía que lo harían. Nadie mejor que ellos para estar allí.
Algo que fue de agradecer, tenerlos de primera mano era un lujo, sobre todo si se trataba de un documental que iba a hablar, o eso se presumía, de sexo, drogas y rock & roll.
Hubo una de las frases que dijeron en esos momentos que fueron toda una declaración de intenciones, algo así como: “la verdad es que no nos acordamos de nada”.
El hecho que, entre muchos otros, apareciese en la cinta la hermana de Alejo, que hizo en su día de lo más parecido a una mánager al uso, y que hablase de los momentos que ellos habían olvidado fue muy interesante, porque lo había vivido de primera mano y tal vez incluso con algo más de perspectiva.

Hubo una chica del publico que en perfecto inglés, les hizo la pregunta del millón, algo que hizo que el publico aplaudiese: “¿Habéis coincidido alguna vez con los Stones?”
La película arrancaba con unos Tequila diezmados por la muerte de dos de sus componentes (Julián Infante y Manolo Iglesias), en una de esas giras de despedida que nunca terminan, que muchas veces acaban y se retoman para decir que esa vez sí, que esa vez es la definitiva.
En algunos momentos llego a parecer un publireportaje de dicha gira, pero en la ronda de preguntas que ofrecieron al final la proyección lo desmintieron categóricamente: “no habrían más giras de despedida”.
Igual se marcaron un ‘Miguel Ríos’ en toda regla, artista que también apareció en la cinta. En ese aspecto me parecieron muy sinceros, es más, diría que, como alguna vez que otra en el pasado ya sucedió, las cosas entre ellos no estaban para giras, ni siquiera para que ninguno de ellos produjese un nuevo disco de su compañero, algo que contestaron en una de las preguntas del público.
No había, magia, no había química. Esperemos que el tiempo, una vez más, obre su milagro y que se pueda hacer realidad.
Pero lo dicho, seguramente solo fue sensación mía, los caminos del rock son muy enrevesados y los mortales no sabemos discernirlos.
Uno de los tres componentes vivos, el bajista Felipe Lipe, no pudo aportar demasiado al documental. Aunque en sus apariciones soltase alguna perla, no parecía muy dispuesto a que todo lo que contenía el tíitulo de la misma se hiciese realidad. Lo callaron o prefería no contar.
Es muy fácil dar lisonjas a quien ya esta acostumbrado a ellas, pero siempre es difícil aceptar la critica, o la autocrítica. Ellos también así lo aseveraron, querían la fama, pero al llegar, se les fue de la manos. La fama les cobró un alto precio.
Felipe Lipe dio buena cuenta de por qué se rompió toda la magia de Tequila: las suculentas regalías de los derechos de autor en los primeros discos se repartían, pero en los últimos apareció la sombra del poderoso caballero, que es Don Dinero. Y una vez más, se rompió el encanto. Con casi media banda dolida por ese hecho, el fin estaba por llegar.
Otro gran problema con el que parece que se siguen enfrentando, son las discográficas, ya sabéis, esas empresas donde hay de todo excepto gente que ame la música, más allá de los propios músicos.
Como escuché alguna vez en una entrevista a un conocido artista de cuyo nombre no me puedo acordar, lo primero que tienes que hacer cuando empiezas a ganar dinero en este mundillo es buscarte un buen abogado, y ni por esas.


Quedó bien patente en las últimas respuestas que no podían decir más, la discográfica actual (mejor no mencionar el nombre), no les dejaba ir mucho más allá. Felipe Lipe lo hizo, pero él ya no tiene esas cadenas.
Una discográfica que recompró por enésima vez los derechos de la desaparecida Chapa Discos, que gestionaba algún gentilhombre del Opus, que no tenía remilgos en tirar del rock si hay dinero de por medio. Obras son amores y no buenas razones.
Hubo una chica del publico que en perfecto inglés, les hizo la pregunta del millón, algo que hizo que el publico aplaudiese: “¿Habéis coincidido alguna vez con los Stones?”.
Sólo Alejo tuvo esa oportunidad, en una cena por lo visto, pero tampoco dio más detalles, igual tampoco se acuerda, o puede que no fuese la cosa para tanto.
Esa es una pregunta que todo rockero sí que haría y no otra. Mientras, en la fila de atrás, algunas que en su día fueron jovencitas fans de la banda, debatían entre si acercarse o no a ellos para pedir un autógrafo.Y es que donde hubo fuego siempre quedan rescoldos.
El por qué jamás tuve ocasión de ver a Tequila
Sé que esta parte no es lo importante de esta entrada en el blog de Riff Raff Discos, aunn así, la contaré:
Igual que Ariel no compartió jamas fiestas con un Stone, aquí un servidor, jamás vió a Tequila.
Sólo al cabo de los años, pude desenmarañar lo que realmente sucedió: acababa de conocer a una chica bien guapa, de nombre Merche, vecina del barrio. Tequila tocaba por esas fechas cerca y decidimos ir. Invitamos a un amigo más.
Poco antes del concierto, recibo una llamada de éste, diciéndome que el concierto se había cancelado. A ella no la vi nunca más, y a él, mucho más desvergonzado, sí. Cosas de juventud sin más importancia.
La película podía haber dado mucho más de si, pero no lo hizo. Con suerte, es como estas giras de despedida, igual vuelve algún día, con cosas que quedaron en el tintero.
Por suerte pude ver a Ariel muchísimos años después en solitario, en una pequeña ciudad de Castilla-León y disfrutarlo como no lo podía haber hecho décadas atrás.
Texto y fotografías: Antonio Buendía